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viernes, 4 de noviembre de 2016

Peugeot 806. Atendiendo a la propia percepción para bien o para mal






Y no es que me haya dado por ponerme místico con esto de los “cochecitos”, no. Hablo más bien de un nuevo intento de recuperar aquel niño que fuimos. Construir de nuevo pequeños juguetes, modelos para “jugar a las chapas” como lo hacíamos al principio, allá por los 70, con nada más que cartulina, tijeras, pegamento, plastilina, un par de bolígrafos BIC, y lápices de color. Eso sí, echándole una buena dosis de percepción e imaginación. Precisamente huir de la perfección, sacrificar la imitación exacta de la realidad por entregarse a la sensibilidad hacia la belleza de un coche. Sacrificar la escala exacta por la escala que más convenga al juego. Adelantar el alerón trasero para dejar una buena superficie sobre la que golpear con el dedo para imprimir el impulso adecuado. Pintar una media rueda en los costados con el bolígrafo imaginando que la otra media existiese. No evitar las aristas en las juntas, pues ponen de manifiesto las limitaciones de la cartulina, que es un hermoso material. Exagerar la anchura o el tamaño de las aletas hasta lo imposible para ganar fiereza de aspecto. En definitiva interpretar las formas que nos parecen bellas y realizar un modelo más “orgánico”.
Hoy voy a volver a intentarlo, volver a montar con el mismo espíritu, de forma sencilla pero sentida. Espero poder alcanzar de nuevo esa curiosa sensibilidad de tiempos atrás y olvidarme del realismo, que para eso ya hay verdaderos profesionales y excelentes reproducciones en plástico.

Lo intentaré con un coche que no es de competición, pero que conozco muy bien, ya que es mi propio coche: un Peugeot 806.

El proceso era sencillo, un par de fotos solían ser las referencias que teníamos en la época. Como mucho habíamos visto el coche en vivo en algún rally del País Vasco. La revista Autopista o Autohebdo eran las principales fuentes. Si se trataba de un turismo la maqueta tenía cuatro piezas básicas: el chasis, los dos costados y una pieza formada por el frontal, el capó, el parabrisas, el techo, el parabrisas trasero y el capó o maletero trasero. Evidentemente hay modelos construidos de muchas más partes.
Comenzaré por los laterales fijándome en la fotografía y en mi propio recuerdo; la relación entre su altura y su longitud, la distancia entre ejes, su contorno, la forma y tamaño de las ventanas y las puertas, etc. Traslado todo a la cartulina blanca con un lápiz bien afilado. Marco un rectángulo con las proporciones de longitud y altura que me servirá de caja para encajar la pieza. Bajo esta caja dibujo otra igual para realizar el otro lateral tomando la base como eje de simetría, Me ayudo de una regla para algunos trazos, pero procuro no tomar ninguna medida.
Una vez que tengo un lateral puedo dibujar bajo este su otro lado simétrico. Cuando estoy satisfecho con el aspecto repaso las formas con bolígrafo de punta fina. El bolígrafo que he comprado es un desastre. No tenían BIC punta fina y este acumula tinta al trazar líneas o deja de pintar por a causa del grafito que hay debajo. Al final recurro al BIC normal. Sólo hay una oportunidad para trazar las finas líneas en esta escala cercana al 1:72. Un error significa tener que hacer una nueva pieza.

Cuando termino corto los laterales y junto uno con otro para igualarlos con la tijera. Luego los coloco sobre la cartulina enfrentando los techos. Los separo hasta decidir el ancho del techo. Con el lápiz perfilo los laterales sobre la cartulina en esa posición y los retiro. Ahora tengo que desarrollar la pieza múltiple que conformará la parte superior de la carrocería. Decido el ancho del capó y del maletero. Uniendo el techo con el capó o con el maletero se rebelará por sí sola la inclinación de los parabrisas. Dibujo todo con el lápiz y después lo perfilo a boli. Tengo que tener presente que algunas partes han de ser más largas que su simple proyección en el plano, por que si no al doblarlas se quedarán cortas. Calculo a ojo trazando curvas respecto a los ejes por donde doblan, a modo de compás.
Después viene el chasis. Parto de las anteriores piezas para diseñarlo, aunque decido curvarlo hasta hacerlo más estrecho en el morro y en la trasera. Una vez cortado preparo un travesaño central para dar rigidez a la maqueta. Lo pego con abundante pegamento y espero a que seque. El pegamento Imedio era bastante rápido, pero ahora me he pasado al UHU hart, que me parece mejor incluso.

Una vez seco utilizo plastilina para rellenar el coche y que gane peso para que tenga inercia. Me sirve también para soportar los laterales cuando los pego y los dejo secar.
Una vez seco monto la parte superior. Es una labor delicada. Primero lo doblo y lo curvo lo necesario y pruebo su encaje una y otra vez corrigiendo. Cuando lo tengo claro procedo a pegarlo con mucho cuidado intentando no manchar la parte externa. Sólo me queda una pieza del parachoques delantero, que corto, decoro y pego.  ¡Y ya está! Sólo queda una manita de pintura con lápiz de color azul, como mi 806. Pinto haciendo garabatos sobre la carrocería. Los cristales los repaso con un lápiz verde y los focos con amarillo y rojo.



Buscando en la web fotos para realizar la maqueta me he quedado sorprendido al comprobar que mi queridísimo monovolumen Peugeot 806 que nos ha transportado a mí y a mi pareja a lugares inhóspitos y nos ha proporcionado tan buenos momentos, también ha sido utilizado en competición y nada menos que en ¡resistencia!.
Poco faltó para que no dejasen participar a semejante engendro en las 24 Horas de Spa-Francorchamps de 1995. Algunos alegaban que su altura e inercias la convertían en un peligro para los demás, pero tuvieron que callarse cuando los tres pilotos belgas, Eric Bachelart / Philip Verellen / Pascal Witmeur consiguieron colarse en el puesto12º en parrilla y tercero en la clasificación de su división. Debía ser todo un espectáculo ver esa mole encarar Eau Rouge mientras peleaba en pista contra los BMW, Audi u Honda Accord Procar. Al final aguantó hasta la décima hora y se rompió, pero tuvo que ser digno de ver.
Yo lo máximo que he hecho es un Madrid-Tarifa en agosto, casi sin parar y con las ventanillas abiertas porque el aire acondicionado no tiene solución. Para volverse loco.

Espero que os haya gustado el post y os animo a dejar opiniones y preguntas.
¡Hasta el próximo post!

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